martes, 10 de octubre de 2017

#pacencia

"Acá hay que armar bardo para que lo escuchen a uno

Yo creo que a todos nos ha tocado algún día tener que perder sustancial y valioso tiempo realizando algún justificadísimo reclamo en alguna inescrupulosa y moralmente carenciada oficina de algún servicio. Con tan sólo pensar que una empresa les brinda una prestación a millones de usuarios, uno puede darse una idea de lo improbable que sería que todos obtengamos de forma inmediata y satisfactoria una ayuda justa y personalizada. Imposible. Y no sé ustedes, no sé dónde viva todo aquel que pase a visitar esta reflexión, pero aquí en MalosAires, las posibilidades de salir victorioso y satisfecho de estas oficinas se reduce a casi el cero por ciento. Y la verdad es que siempre me indignó semejante injusticia, y me carcomió la impotencia ante tanta indiferencia. Pies bien, no hace mucho tiempo me tocó experimentar un nuevo caso de exasperación oficinistica, esas de las cuales uno ya se encuentra acostumbrado y resignado, y todo ese tiempo de fila, espera, malas contestaciones, impaciencia y mal tratos me vinieron bien para reflexionar.

El tema es que, los que siguen la temporada en #YOUTUBE sabrán de lo que hablo, mi teléfono está ya un poco anticuado y pasado de moda, así como de tecnología, por lo que me decidí el pasado siete de septiembre acercarme a una oficina de la empresa prestadora del servicio telefónico para averiguar que facilidades (por no decir gratis, de arriba, totalmente regalado) tenía para cambiar mí teléfono a uno más moderno. Vale aclarar que escogí esa fecha en particular para realizar este trámite porque se trata ni más ni menos que del #DiaDelMetalurgico, fecha gracias a la cual nosotros los empleados metalúrgicos no trabajamos, pero el resto del mundo si lo hace. Eso me da cada año la oportunidad de realizar trámites y reclamos que de otra manera me sería imposible llevar a cabo, por el mero hecho de que dichas oficinas o establecimientos operan y brindan su apasionada y atención al público en horarios irrisorios e inaccesibles para quienes trabajamos todo el día. Y ni mencionar el hecho de que sus contactos telefónicos son sólo una formalidad, una nueva y macabra maniobra ideada para exasperar aún más al usuario para poder así tensionarlo, estresarlo y enfermarlo. Movida que de seguro fue elaborada y financiada por las grandes cadenas farmacéuticas y laboratorios para lucrar con nuestra salud.
Pero no quiero irme por las ramas.
El tema a tratar hoy en esta reflexión es otro. Ya me pondré a flashear acerca de laboratorios médicos y aspirinas.

El tema es que el pasado día del metalúrgico me levanté bien tempranito para dirigirme a la oficina de TeleChot en busca de un nuevo teléfono subvencionado al cien por ciento ya sea por la empresa, o por el mismísimo Barba.

Como era de esperarse, la aventura comenzó desde cero ya con problemas y traumas.
El bondi venía retrasado, porque al parecer los choferes de la línea se encontraban protestando por inconvenientes suyos con la empresa, por lo que decidieron muy comprensiblemente desquitarse con nosotros los usuarios. (Lo cual no me extrañaría que formara parte de un rebuscado y complicado plan conspiracional de las mega corporaciones de MultiMedios para terminar de inflamarnos los testículos.

Lo importante es que llegué. Finalmente llegué a la dichosa oficina. Claramente, como es de costumbre, uno no aprovecha ese viaje para relajar tensiones, sino que por el contrario, va planeando su estrategia de ataque, contemplando siempre una respuesta negativa e insensible por parte del enemigo. Al momento de llegar a la oficina uno ya ataca con su artillería más pesada al primer militante de la empresa de servicios que se le cruce, tras haber fallado todos los demás medios diplomáticos en nuestros pensamientos. Es por eso que, sin pensarlo dos veces, le tiramos nuestra bronca al pobre policía de la entrada que sólo está capacitado y autorizado para darnos un número y mostrarnos la dirección hacia la recepción, siendo el mismo guardia un filtro que la mismísima diabólica corporación sitúa en nuestro camino por esa misma razón.
Nada allí adentro es al azar. Todo está fríamente calculado.

La cuestión es que después de hablarle mal al pobre policía/portero/recepcionista/filtrador de puteadas, con mi numerito en mano fui y me senté en una especie de living que tenía la sucursal.

Claro, para eso si están preparados. Para brindar un servicio como la gente no tienen recursos, pero para hacernos esperar parecen mandados a hacer. Es como si se tratase de una empresa que se dedica a poner livings y sala de espera por todo el país que, a modo de atención, te ofrecen servicio de telefonía.
Esa fue mi primera impresión.

Increíblemente, aquel salón no hacía más que acumular "esperadores", a diferencia de la fila para adquirir nuevos productos y servicios, la cual avanzaba más rápido que mis entradas.

Afortunadamente, la sala de estar contaba con un hermoso y gigante LED, a modo de entretener y hacer más placentera nuestra prolongada estadía. O al menos la mía. Todos ahí parecían poder aprovechar el tiempo, sumergidos en sus modernos teléfonos. Si yo dependiese del mío para pasar el tiempo me aburriría más que catalogando botones.
Por otra parte, si bien la idea de la tele estaba buena, no conformes con hacerlo a uno esperar una eternidad, y empecinados en tirar el humor de sus clientes a la basura, cerrar la bolsa, llevarla al contenedor y llamar al camión para que se la lleve, los muy sínicos dejaron puesto un canal de noticias, el cual no hacía más que tirar pálida tras otra.
Que problema por alli, y que problemas por allá. Que corrupción por un lado y pobreza por el otro. Que la delincuencia, que los piquetes, que las coimas y los sobornos...
Y aparte de eso... las noticias internacionales.
Que inundados por un lado, que atentado por el otro. Que crisis financiera por allí, y catástrofes ecológicas por allá.

Para eso prefería escuchar las huevadas que reclamaba la gente ahí en el local.
Que uno se había quedado sin datos. Que al otro le figuraba una factura impaga. Un pibe de unos quince años quería que le cambien el celular porque la pantalla le vino marcada, y una señora de unos sesenta y largos estaba cansada de quedarse sin crédito sin haberlo usado.
Obviamente, nadie tenía tiempo para estar allí discutiendo, y todos teníamos mejores cosas que estar haciendo.

Entonces me tomé unos segundos para analizar semejante contraste....

Muy posiblemente, algunas de las personas que allí nos encontrábamos, "perdiendo el tiempo", estaría transitando un difícil momento en el que los minutos estuviesen contados, por lo que la irritabilidad estaría comprensivamente justificada. Pero.

¿Se justificaba en todos ?

¿No habrá peores problemas en el mundo para hacerse mala sangre, siendo nuestro paso por aquel living tan solo una piedrita en nuestro camino ?

La respuesta la estaban pasando por la tele.
Todas esas personas damnificadas, evacuadas, internadas y entrevistadas darían cualquier cosa por encontrarse en nuestra posición. Simplemente... aburridos.
Entonces volví la mirada a mi entorno, y con una analogía rara y rebuscada caí en la cuenta del verdadero problema que padecía toda esa gente sentada en la sala de espera. La empresa se comportaba como una bacteria.

Es bien sabido hoy por hoy, por suerte, que no es bueno que la gente se automedique. En tiempos en los que la ignorancia en cuanto al tema rondaba peligrosamente suelta por las calles, en cuanto la gente sentía algún pequeño malestar corría en primer instancia a su farmacéutico amigo, quien con total sabiduría irrespaldada y basada en la estadística y experiencia más que en años de estudio y desarrollo, nos proveía sin mucho preámbulo de algún medicamento, como ser por ejemplo el antibiótico.
Hoy sabemos que a causa de tal generosidad, y por habernos ahorrado la visita al médico, las bacterias fueron entrenando y ejercitando lo largo de los años con dichos remedios mal recetados para ponerse grandes, fuertes, trabadas, llenas de ravioles en su abdomen y tubos de gimnasio, para volverse cada vez más resistentes a la autoridad. Como cualquier adolescente.

Volviendo a nuestra realidad...

-"Acá, si querés que te resuelvan el problema, tenes que venir enojado a hacer quilombo...."- escuché que le decía un anciano a otro.
-"así es.." - le respondió el mismo.

Y así, con el as bajo la manga, con el secreto del éxito, con el truco para pasar ese nivel difícil, un día la gente comenzó a percatarse que las grandes empresas no querían lio en sus oficinas. No querían gente gritando en sus locales. No querían problemas. Preferían evitar esa mala publicidad. Y es por eso que se esforzaban en resolver los problemas, por más disparatados o incongruentes que fueran los mismos.
Dicho rumor comenzó a circular entre los usuarios y clientes, quienes ante la posibilidad de obtener lo que buscaban de forma casi inmediata, no dudaban en recurrir a aquel interesante "atajo".
Y así como uno aprendió con el tiempo a luchar contra sus gastos fijos, y el pobre virus (también con derecho a vivir) aprendió a resistir los ataques desmesurados y fulminantes de los antibióticos, el sistema aprendió a defenderse del innecesario, desmedido y egocéntrico apuro de la gente.
¿No se dieron cuenta, que ese bardo que hay que armar para que a uno le den bola, tiene que ser cada vez más grande y descontrolado? ¿Hasta dónde vamos a llegar? En unos años vamos a entrar con explosivos y lanzallamas para dar de baja el cable.
Bueno, ahí lo tienen. Así es, nosotros mismos rompimos el sistema. Si alguien tiene la culpa, somos todos nosotros.
Con esa idea rebotando y retumbando mi vacía cabeza, pensé.
"Mi misión es salvar al mundo, no seguir rompiéndolo. Yo estoy acá para poner mi granito.
Y he aquí, mi granito. De ahora en más, prometo tener paciencia, y por cada "like", comentario o compartida, voy a dejarle mi lugar en la fila a otra pobre víctima de este sistema fabricante de impaciencia.

Y acá sigo con mi teléfono trucho. Pero feliz. Sé que el destino se va a ocupar de conseguirme uno bueno. Tal vez no hoy, tal vez no mañana, tal vez no en esta vida, pero en algún momento. Y espero que mi paciencia sirva de ejemplo y se contagie, sobre todo por la gente del banco, cuando me cierre la tarjeta. O la capitalista y ambiciosa dueña del depto. donde alquilo, cuando a fin de mes se me hayan acumulado ya tres meses de atraso. O el almacenero de la esquina, que el amargo desconfiado ya no me fía.
En fin, a mucha gente le vendría bien contagiarse de paciencia. A todos ellos, esta reflexión.

#Paciencia
#Paz

#MacManOficial

jueves, 5 de octubre de 2017

MacMan • Amenaza Global • Episodio 8

Para entender un poco lo que está ocurriendo ahora mismo con nuestros héroes, debemos remontarnos unos días atrás, cuando los miembros de una banda de rock llamada Desbaste, se reunieron para debatir la forma de vengarse de su pequeña, lucrativa y capitalista discográfica, que no hacía más que robarles su tiempo y su dinero, para sólo llenarlos de falsas esperanzas. Luego de varios años de prometerles shows, giras, fama, fortuna, mujeres y hombres (según las preferencias de cada uno), los miembros de desbaste se encontraban a punto de rescindir su contrato con la fraudulenta compañía, cuando uno de los miembros se enteró por casualidad, que la misma les había conseguido finalmente un show relativamente importante. Una sustancial e inesperada mejora con respecto a los últimos logros alcanzados por el grupo, por la cual llegarían a tocar sus temas ante unas trescientas personas.




Si bien se trataba de una estupenda noticia para la banda, una comprensible duda surgió entre sus integrantes.
- ¿Y si es sólo otra promesa más? - Por la experiencia que obtuvieron a lo largo de los años, si bien este había sido el mayor acontecimiento conseguido, otros eventos de menor importancia pero igual de bienvenidos habían sido cancelados a último momento, dejándole a la banda nada más ni nada menos que innecesarios gastos de traslado.
-Yo creo que deberíamos aprovechar esta oportunidad para vengarnos de la compañía antes de renunciar a ella- sugirió el líder del grupo, siendo la idea aceptada por unanimidad.
Así fue como los miembros de Desbaste decidieron aceptar y prometer presentarse en aquel club del centro de MalosAires para tocar frente a los trescientos espectadores, sin la mas remota intención de aparecer por allí el día acordado, para luego desmentir su conocimiento de tal acontecimiento por las redes sociales, con la única finalidad de dejar mal parada a la compañía discográfica antes de renunciar a sus servicios.

Cuantas vueltas da la vida, y cuan inesperado es el destino. uno nunca sabe que le deparará la misma. Hoy, en este preciso instante, sin siquiera proponérselo, nuestro héroe se encuentra cumpliendo uno de sus mayores e incumplidos sueños. Una meta que se vio postergada, cuando no cancelada, justa e irónicamente por las mismas curvas y contra curvas de la propia vida, la cual obligó a este personaje a buscar una fuente de ingreso para afrontar su extensa lista de gastos, la cual se veía engrosada por ayudar a un hermano desempleado del que poco se sabe hoy en día.

Ese mismo conjunto de egresos mensuales, que vencía por knockOut a los ingresos, llevaron al trabajador rubio a probar su suerte como Héroe, en una decadente y desesperada organización internacional No gubernamental y claramente lucrativa y capitalista. La misma se encontraba en busca de nuevos héroes que ayudaran a limpiar la ciudad, tanto como levantar la propia imagen frente a la sociedad.

Si bien dicha organización no apuesta aún lo suficiente por este nuevo justiciero enmascarado, por no admitir que no suelta un peso, éste se encuentra todavía a prueba, y requiere del apoyo del pueblo para lograr aceptación en la empresa y conseguir una mínima inversión. Dicho apoyo es reflejado por la cantidad de seguidores que el héroe consigue en las redes sociales que le fueron otorgadas.

No obstante, hoy, en este preciso momento, esta nueva carrera le brinda al rubio enmascarado algo más que un pobre ingreso. Hoy, quizás por casualidad o por un mero capricho del Karma, Macman se encuentra cumpliendo su sueño de estar parado sobre un escenario, frente a una vibrante multitud de jóvenes sedientos de rock.

"Qué más se le puede pedir a la vida?' se pregunta el héroe entusiasmado, aunque shockeado por la repentina sorpresa con la que se encuentra en esta ocasión.

En contra punto a tal emotivo momento, a su lado no se encuentra ni el más aclamado bajista del mundo, ni el más popular guitarrista del medio. Ni siquiera un cantante de turno ni algún percusionista medio pelo. Algún niño entusiasta con una flauta o con un triángulo en la mano bastaría. Pero no. Como si fuese el coste de haberlo situado en semejante posición, el destino le coloca a su lado a Bobin. Personaje insulso si los hay.





El sorprendido justiciero se encuentra entonces remando en un mar de dulce de leche repostero para poder aprovechar al máximo la experiencia. Tanto como para expulsar de su organismo ese anhelo reprimido de compartir con el mundo su sentimiento musical, como para sumar seguidores a su lista de conocidos en lugar de ganarse un estadio de enemigos. Sin olvidar por supuesto el verdadero trasfondo que lo sitúa hoy allí, que es encontrar al propietario del auto blanco, que dejó dicho vehículo mal estacionado en el frente de aquel club, siendo su única pista para encontrar a quien esté detrás del maléfico plan que amenaza la paz del entretenimiento global.

La pregunta del millón es:

¿En que quedará todo esto?

¿Cómo hará nuestro héroe para salir bien parado en esta insólita situación?
podrá encontrar al dueño del auto blanco?

¿Logrará conseguir más seguidores, para que la organización invierta algo en él?
valdrá la pena seguir esta historia pedorra?

¡Esta y muchas otras respuestas, en el episodio número 8 de 
MacMan temporada 1, "Amenaza Global"!









#MacManOficial

¿Y MacMan ?

¡Hola máquinas! ¿Cómo andan después de tanto tiempo? Aquí me encuentro nuevamente sentado frente a mi humilde PC reencontrándome con las...