¡Hola máquinas! ¿Cómo andan después de tanto tiempo?
Aquí me encuentro nuevamente sentado frente a mi humilde PC
reencontrándome con las redes, al menos parcialmente, después de tanto tiempo.
Y lo primero que quiero hacer es contarle a todos ustedes el porqué de mi
extendido período de ausencia.
Me encuentro de repente caminando por las calles; sólo, pensativo,
preocupado, y la gente me cruza en el camino y me pregunta...
- Flaco, ¿Tenes hora?
- Maestro, ¿Tenes un pucho?
- Loco, ¿Sabes dónde queda la calle Pindonga?
La verdad es que no sé ni dónde estoy parado.
Tampoco fumo, y de hacerlo no tendría plata para comprar
cigarrillos.
Ni me sobra un sope para compartir con mis amigos.
Pero yo sé que en el fondo lo que quiere saber esta gente es:
¿Qué pasa con MacMan que no aparece?
Yo sé que eso es lo que realmente les preocupa, pero no se animan
a preguntar. Quizás por vergüenza, quizás por timidez. Quizás no tienen ni idea
de quien soy, pero sobre todo por vergüenza. Es por eso que, ahora que
finalmente pude sentarme frente a mi precaria y obsoleta compu, quiero dedicar
unos minutos a contarle a todo mi amado y extrañado público dónde estuvo
MacMan, y que pasó con él durante todo este tiempo.
Todo comenzó en Noviembre del 2018, mientras me encontraba trabajando
en el episodio 15 de la primera temporada. Todo iba perfecto, y el misterioso
caso parecía haber finalmente encontrado su rumbo para ser resuelto a tiempo
antes que las rebuscadas fuerzas del mal se encarguen de eliminar el
entretenimiento global vía streaming de la faz de la Tierra.
Pero de pronto, dada la sensible situación económica que mi amado
país transita, la cantidad de trabajo en la fábrica de tornillitos en la que me
encontraba laburando comenzó a descender. Si, es cierto; dije "ESTABA laburando".
Y con la cantidad de trabajo, de igual forma comenzaron a descender la cantidad
de horas laborales. Todo ocurrió tan gradualmente, que de pronto me encontré
sentado en mi habitación, un martes por la mañana, pensando:
"¿Cuándo fue la última vez que fui a
trabajar?"
Según el almanaque, habían pasado ya cinco semanas sin laburo. Más
de un mes sin cobrar un mango. Eso, por lo pronto, comenzó a preocuparme un
poco. Además de comenzar a buscar empleo, tuve que reducir la cantidad de
comidas por día. Me encontraba entonces en una cada tres días calendarios.
Había bajado entonces como diez kilos.
A su vez, la buena gente que me proveía de electricidad no supo
tenerme paciencia, y en seguida amenazaron con cortarme el servicio si no me
ponía al día con la cuota. Por eso, con mucha fe, esperanza, buena voluntad y
un poco de cara-rotéz, fui con mi guitarra afinada a sus oficinas para intentar
pilotear la situación.
Como bien dice el refrán, "El dinero va y viene; lo
importante es la salud"
Con esa idea en mente, y siendo que a su vez "La risa es
salud", les dejé a aquellas simpáticas personas los links del canal de
MacMan, de este blog y todas mis redes sociales para intentar robarles una
sonrisa, y de ese modo pagar mis deudas. O al menos reducir el monto.
Pensé que si no les parecía graciosa la historia, al menos se
reirían de mis precarias y berretas animaciones, pésimos efectos de sonido y
amateur redacción. Pero al parecer, mi buena predisposición sólo logró
impacientarlos más, porque eliminaron las amenazas y me cortaron el servicio
inmediatamente. En frente mío. Sin siquiera ponerme cara de lástima.
Luego de tan lamentable episodio, me dediqué a vender el
monopatín. Tenía un poco de uso, es verdad, no estaba como nuevo, y creo que es
por eso que me costó tanto conseguir un comprador. Luego de bajar varias veces
el precio conseguí un interesado, al que se lo permuté por un paquete de arroz.
De primera marca, nada de truchadas. Mas al poco tiempo me di cuenta que,
habiéndome cortado el gas y la luz, no tenía como cocinarlo, por lo que fue
intercambiado esa misma tarde, en la estación de tren, por un potente pancho.
En ese entonces tenía buena facha y me pareció buena idea, pero al
llegar a la mitad del mismo me di cuenta que no estaba tan delicioso como aparentaba.
De hecho, sin perder un segundo, el mismo me cayó tan mal que tuve que
transaccionar la mitad que me quedaba por papel higiénico y desodorante de ambiente. Yo creo que no era casualidad que dichos artículos fuesen
comercializados a su vez por el mismo individuo que me enchufó ese pancho
asesino.
Afortunadamente, cuando todo parecía perdido, una oferta laboral
que no pude rechazar me cayó del cielo. Cuando las cosas comenzaron a verse un
poco complicadas en mi anterior trabajo, me dediqué a cargar mi currículum en
una red social de trabajo.
Como superhéroe no me apareció nada interesante. O nada,
directamente. Pero al parecer, una empresa se mostró interesada en mi
experiencia en la fábrica de tornillitos, y me llamó. Sin hacerla mas larga,
para no seguir aburriéndolos, hace unas semanas que me encuentro trabajando en
esta nueva empresa que fabrica tornillotes. Algunos son incluso más grandes que
yo.
La
verdad que, aunque me quedaba un poco lejos de casa, este trabajo me salvó la
vida. Eso si, ni me convenía ir y volver todos los días desde mi casa porque
estaría entonces mas tiempo viajando que trabajando. Por eso es que ahora alquilo
temporalmente una habitación en las cercanías de la compañía.
Una
vez allí establecido, me dispuse gustoso a retomar el trabajo entonces pausado:
Salvar al mundo, animar los episodios que relatan semejante proeza, escribir
dicha historia en el blog, volver a las redes, etc., etc., etc. Pero fue
entonces cuando me topé con un pequeño desencuentro; Al parecer, desde que me
cortaron la luz, mi computadora murió de hambre y no arrancó nunca más.
¡Me
quería matar!
Esta
bien, no era la gran cosa, pero en esa batata estaba guardado el próximo
episodio de MacMan, todas las imágenes para las redes, los programas que uso,
el guión de la temporada completa, Los capítulos de Don Bruno Peperulo...
Todo
tenía ahí.
Toda
esa información había quedado congelada en el cyberespacio de un disco rígido
del cual no se percibían signos vitales.
Seguramente
Bobin, la Nona y la pesada de la auditora me estarían insultando de pies a
cabeza. Los había abandonado en la mitad de un episodio, y de seguro se
encontraban allí pausados, muertos de hambre. O de frío, o de calor (No sé que
temperatura hará en un disco que no prende). Y si ni el hambre ni la
temperatura los había liquidado para entonces, de seguro el embole lo habría
hecho.
Desesperado,
cuando cobré mi primer quincena lleve la compu a arreglar. (además de comprarme
un pancho como la gente y alquilar esta habitación en la que me encuentro
actualmente, en la que me pude bañar y bajar unos cuantos kilos más que había
ganado en mugre)
La
buena noticia es que el problema de la compu tiene solución. Al parecer no estaba muerta, sino mas bien enferma. Pero
como toda buena noticia, viene acompañada de una no tan copada. El remedio fue
carísimo.
Lo
que descubrió este buen hombre, experto en las ciencias computacionales y
licenciado en informaticología, es que se le había despegado el papelito de
“ON”
-
Volver a pegar el
botonsito: $2
-
Saber que botón
pegar: $100
-
Arrancarle la
cabeza al pobre MacMan sólo por la cara de nabo que tiene: $1500
Pero,
la verdad es que lo pagué con gusto. Y no lo tomé como un gasto, sino como una
inversión, porque
-
Que vuelvan los
episodios de MacMan: No tiene precio.
(Salvo
claro, por la luz que gastamos en ver los episodios. Y el tiempo que perdemos también,
ya que en teoría el “El tiempo es Oro”.
Aunque
en realidad no sé cuantos gramos de oro vale cada segundo, ni a cuanto cotiza
el gramo de oro, por lo que no sabría calcular exactamente cuanto estaríamos
perdiendo)
Finalmente,
la compu prendió.
Aunque,
lamentablemente, la pobre ya quedó muy obsoleta. Los programas de video e
imagen que solía utilizar para sacar los episodios y armar el material para las
redes ya no querían funcionar. Exigían una compu más moderna. Reclamaban una
paritaria de recursos informáticos.
Por
ahora, dicho convenio deberá esperar hasta mi próximo sueldo.
Al
fin y al cabo lo importante es que muy pronto me encontraré retomando la
actividad. Volviendo al ruedo. Subiéndome de nuevo al caballo. Sólo espero que
no se haya eliminado aún de la faz de la Tierra el entretenimiento humano a
base de streaming; Que la misión siga en curso; y que Bobin, la nona y la
auditora sigan donde los dejé, en el último episodio en el que me encontraba
trabajando.
(Bueno,
si desaparece la auditora tampoco me enojo)
De
todas formas, dado que al menos me encuentro en condiciones de volver a
comunicarme con todos ustedes por este medio, quiero aprovecharlo para darles a
todos las gracias por tanta paciencia y por tanto apoyo.
Gracias
por los mensajes que me llegan al mail y a las redes sociales, o los que
llegarían, si no fuesen todos tan tímidos,
Gracias
también a toda esa gente que no manda mensajes para no preocuparme, o para no alimentar
mi impaciencia. Yo se que estan ahí, en alguna parte del mundo, o de mi
imaginación, haciendo fuerza, esperando noticias mías y el episodio quince.
Gracias
locos, gracias máquinas. MacMan no se rinde ni aún rendido.
Genio!!! Felicidades por el nuevo trabajo! Y espero que la Nona y Bobin estén bien.. y que no se pierdan en el ciberespacio (?
ResponderBorrarSaludos! Y espero con ansias el próximo capítulo!