Una
insoportablemente calurosa noche agobia la ciudad de Malosaires. La humedad en
el ambiente alcanza el 120%, el viento parece haber desaparecido de la faz de
la tierra, y la luna parece estar irradiando más calor que el mismísimo
sol.
En el silencio de la noche, mientras los acondicionadores de aire colapsan los transformadores eléctricos en las calles y las cucarachas salen a la superficie a morir sofocadas por las temperaturas, una brillante luz se deja ver en el oscuro cielo, cuyo reflejo en las nubes representa al grito desesperado de ayuda de una población temerosa, que exige la presencia y acción inmediata de quien más los representa y defiende. Ese potente haz de luz plasma una insignia en las alturas, allí donde el cielo se mezcla con lo que detrás esconde. En el centro de la insignia, la letra con la que la ayuda se torna icónica. Quién decidió encender esa luz, no se sabe. Quién instaló ese potente y extravagante reflector en la azotea de su departamento, es un misterio. ¿Quién se encarga del mantenimiento de aquel equipamiento? ¿Quién cambiará el foquito cuando éste se haya quemado? ¿Quién mantiene limpio el cristal?
Toda esa información debe estar asentada en algún libro contable. Lo que sí
sabemos es que su reflejo en el cielo es símbolo de que una nueva crisis mundial
asoma sus despiadados tentáculos, y la sociedad lo llama a él, su nuevo
protector. Mientras tanto, en lo que esta insignia irrumpe en la noche, dando
cuenta de una inminente crisis global que la sociedad aún desconoce, nuestro
héroe se encuentra roncando desagradablemente en la incomodidad de su precario
hogar, como el ordinario civil que es, tras una larga jornada laboral más, de
un largo y devastador año de desidia. Inmerso en el más profundo y plácido
sueño, este personaje ignora por completo la señal flotante que lo invoca, por
lo que, con impaciencia, tras la falta de respuesta del popular justiciero, y
dada la urgencia que apremia el asunto, una señal de refuerzo se hace presente.
Un anticuado y obsoleto teléfono interrumpe la monotonía nocturna, cortando
súbitamente su pesado sueño, así como su áspero, insoportable y algo artificial
ronquido. Furioso por tal desacato, como lo estaría cualquier mortal durante
una lamentable experiencia de descanso sustancialmente más corta de lo que la
medicina moderna recomienda, este ordinario hombre contesta la llamada, sin
siquiera reparar en cortesías.
- ¿Qué? - pregunta irritado y de muy mala
gana, tras lo que una voz anónima le indica con autoritarismo que se acerque a
la ventana, para observar el cielo. Si bien el recién despierto no se encuentra
en el mejor humor, dado el cansancio físico que carga por ser un simple
asalariado mal pagado, sumado al estrés de subsistir con más gastos que
ingresos, y combatir el crimen durante las noches y feriados para cubrir ese
faltante monetario mensual, este frustrado personaje siente que aquel anormal
llamado durante la trasnoche puede significar ese cambio que tanto espera en su
vida. Lleva ya muchos años amoldándose a una vida rutinaria, la cual ya parece
no conducir a ninguna parte. No hace mucho que fue reclutado y aceptado como
héroe de la ciudad por una anónima y secreta agencia de superhéroes, trabajo
que aceptó en busca de un rotundo giro en su monótona, aburrida y triste vida,
y el cual parece querer presentarse. Obedeciendo a su corazonada, sigue las
indicaciones recibidas sin siquiera cuestionarlas, para entonces descubrir con
asombro que, a través de la ventana de su baño, se alcanza a divisar en el
horizonte cósmico el pedido de auxilio con su insignia en él. Y aunque con un
tono algo artificial, y con una seguridad y confianza que ni él mismo se cree,
pero con actitud positiva y predispuesta, pronuncia una frase cursi repleta de
cliché, al parecer preparada hace tiempo y a la espera del momento justo para
ser utilizada.-la ciudad me necesita, es hora de entrar en acción" - se
motiva a sí mismo, aunque rezongando como de costumbre contra los problemas de
la vida misma y de cómo parece el mismísimo universo buscar siempre la manera
de interrumpir sus escasos períodos de descanso. Demostrando entonces la falta
de originalidad y presupuesto, este personaje desinteresado por la moda y las
apariencias, estrena finalmente su traje de héroe, el cual cuenta con muy pocas
y sutiles diferencias con respecto a su habitual y cómoda ropa de entrecasa. El
atuendo consta ni más ni menos de su remera favorita, chillona y monótonamente
verde; su única Bermuda limpia, azul claro de punta a punta, y sin particular
detalle alguno; un cinturón, verde oscuro, meramente decorativo, dado que no sostiene
absolutamente nada; botas y guantes haciendo juego, visualmente anti estéticos
y tácticamente incomodísimos; y así como lo demanda la asociación mundial de
superhéroes estereotipados, un antifaz, también haciendo juego con los guantes
y la bermuda, aparentemente casero y sin mucho esfuerzo, aunque muy útil a la
hora de ocultar las cejas, quedando prácticamente irreconocible. Ya lookeado
para la ocasión, se dirige de inmediato hacia la azotea en la que el llamado
luminoso tiene su origen, para encontrar allí una detallada nota en la que se
explica claramente el preocupante problema que en esta ocasión amenaza la paz
global, y las instrucciones a nuestro héroe para impedirlo.
¿Cuál será dicho conflicto?
¿Cuál será
el deber de este novato y popular superhéroe experimental?
¿Estará a la altura de la situación?
Mirá el primer capítulo de esta apasionante aventura!
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